ALBERT BANDURA : Teoría del aprendizaje social

Casi todos los fenómenos que se presentan en forma de experiencia directa
también se pueden presentar de manera vicaria; es decir, observando a otras
personas y las consecuencias que les acarrean.
—ALBERT BANDURA

Autoeficacia Laboral | Kokorio

El enfoque de Bandura es una teoría del aprendizaje social que investiga cómo se forma y se modifica la conducta en un contexto social.

Reconoce que gran parte del aprendizaje se debe al reforzamiento, pero insiste en que casi todo tipo de conducta se puede adquirir sin recibir reforzamiento directo alguno.

Su teoría también es llamada Aprendizaje por observación: Adquisición de nuevas respuestas por medio de la observación de la conducta de otros.

En vez de experimentar directamente el reforzamiento derivado de nuestros actos, aprendemos en razón del reforzamiento vicario; es decir, observamos la conducta de otros y sus consecuencias.

Bandura considera que los procesos cognoscitivos son los mediadores en este aprendizaje.

En el sistema de Skinner, los reforzadores controlan la conducta; en el de Bandura la controlan los modelos.

Modelamiento: la base del aprendizaje por observación

Según Bandura, casi toda la conducta humana se aprende, intencional o accidentalmente, por medio del ejemplo. Aprendemos observando a otros e imitándoles y no sólo en razón del reforzamiento directo. No niega que este último influya en la conducta, sino que se limita a rechazar la idea de que la conducta sólo se aprende o modifica por medio del reforzamiento directo.

Modelamiento: Técnica de modificación de la conducta que implica observar la conducta de otros (los modelos) y participar con ellos en la realización de una conducta deseable.

Estudios con el muñeco Bobo.

En la demostración clásica del modelamiento se usa un muñeco inflable de plástico que mide entre 1 y 1.20 metros de altura (Bandura, Ross y Ross, 1963). Los sujetos del estudio inicial eran niños en edad preescolar que observaron cómo un adulto propinaba golpes y patadas a uno de esos muñecos. Mientras lo hacía, gritaba: “¡Pégale en la nariz!” y “¡Arrójalo al aire!” Cuando los niños se quedaron solos con el muñeco, modelaron su conducta conforme a la que acababan de presenciar.

A continuación, se comparó la conducta de estos chicos con la de un grupo control, integrado por niños que no habían visto al modelo atacar el muñeco. El grupo experimental exhibió el doble de agresividad que el grupo control. La intensidad de la conducta agresiva era la misma en los sujetos experimentales independientemente de que vieran el modelo en vivo, por televisión o en una tira cómica. En los tres medios de comunicación el modelo provocaba acciones agresivas de intensidad distinta a la de los menores que no habían observado los modelos.

Desinhibición: Las conductas que una persona suele suprimir o inhibir se exhibirán con más facilidad ante la influencia de un modelo. Este fenómeno, llamado desinhibición, se refiere al debilitamiento de una inhibición o su restricción cuando se tiene contacto con un modelo.

Por ejemplo, las personas en tumulto son capaces de empezar un disturbio, romper vidrios, gritar y actuar de forma física y verbal, pero no se atreverían a hacer lo mismo estando solas. Es más probable que se deshagan de sus inhibiciones contra la conducta agresiva cuando ven a otras comportarse así.

Características de la situación del modelamiento

Tres factores que influyen en el modelamiento: las características del modelo, las características del observador y las consecuencias reforzantes asociadas con la conducta.

 
Los procesos del aprendizaje por observación

Bandura analizó la esencia del aprendizaje por observación y descubrió que se rige por cuatro mecanismos conexos: los procesos de atención, los procesos de retención, los procesos de producción y los procesos de incentivos y motivación.

Autorreforzamiento y autoeficiencia

En la teoría de la personalidad propuesta por Bandura el yo no es un agente psíquico que dirige u ocasione la conducta. Se trata más bien de un conjunto de procesos y estructuras cognoscitivas relacionadas con el pensamiento y la percepción. El autorreforzamiento y la autoeficacia son dos aspectos importantes del yo.

Autorreforzamiento: Administrarse uno mismo recompensas o castigos por cumplir, superar o incumplir las expectativas o normas personales.

Un proceso ininterrumpido de autorreforzamiento controla gran parte de la conducta. Requiere normas internas de desempeño, criterios subjetivos o puntos de referencia para evaluarla. La conducta anterior se convierte en un punto de referencia de la actual y en un incentivo para un mejor desempeño en el futuro. Cuando alcanzamos cierto nivel de logro, éste deja de ser un desafío, de motivarnos y de satisfacernos, y de ahí la necesidad de elevar el nivel a fin de exigirnos más. Cuando no se obtiene el logro, quizás haya que reducirlo a un nivel más realista.

Las personas que se fijan normas de desempeño poco realistas –quienes observaron, aprendieron expectativas conductuales de modelos sumamente talentosos y exitosos– seguirán tratando de cumplirlas a pesar de que fracasen una y otra vez. En el aspecto emocional, tal vez se castiguen con sentimientos de minusvalía y depresión.

Estos sentimientos autoinflingidos pueden llevar a conductas autodestructivas, como el alcoholismo y la toxicomanía, o a sumergirse en un mundo de fantasías.

Autoeficacia: Sensación de adecuación, eficiencia y competencia para lidiar con la vida. Cuando cumplimos y mantenemos las normas del desempeño mejora nuestra autoeficacia, pero disminuye cuando no las cumplimos.

La autoeficacia designa la capacidad para controlar los sucesos de la vida. Las personas que tienen poca autoeficacia se sienten indefensas y desisten pronto cuando encuentran algún obstáculo. Quienes tienen mucha autoeficacia persisten en las actividades y alcanzan un nivel muy elevado de desempeño.

Los juicios acerca de la autoeficacia se basan en el desempeño previo, las experiencias vicarias, la persuasión verbal y la activación fisiológica. Estas fuentes de información permiten aumentarla.

La fuente más importante de nuestros juicios sobre nuestra eficacia es el desempeño previo. Las experiencias exitosas constituyen una señal directa de nuestro nivel de dominio y de competencia. Los logros anteriores demuestran las capacidades y fortalecen los sentimientos de autoeficacia. En cambio, los fracasos anteriores la disminuyen, sobre todo cuando son constantes durante la niñez.

Durante la edad adulta, los fracasos de corto plazo pueden reducir la autoeficacia.

Las experiencias vicarias –ver que otros obtienen buenos resultados– fortalecen la autoeficacia, sobre todo cuando las personas que observamos tienen habilidades similares a las nuestras.

La autoeficacia mejora con la persuasión verbal, la cual consiste en recordar a otros que tienen la capacidad necesaria para conseguir lo que quieran. Seguramente es la fuente más común, y muchas veces proviene de los padres de familia, los maestros, el cónyuge, el entrenador, los amigos y los terapeutas que dicen: “Puedes hacerlo.” La persuasión verbal no da resultado si no es realista. No sería aconsejable alentar a un joven que mide 1.60 a que se dedique al baloncesto profesional, siendo que hay otros deportes más adecuados para él, como las artes marciales.

Una cuarta fuente de información es la activación fisiológica y emocional. Ante una situación estresante, ¿estamos tranquilos o temerosos? ¿Con cuánta frecuencia usamos este tipo de información para juzgar nuestra capacidad de afrontamiento? Es más probable que creamos que podemos resolver un problema si no estamos alterados y tensos y si no nos duele la cabeza. Cuanto más serenos nos sintamos, tanto mayor será la autoeficacia. En cambio, cuanto más alto sea el nivel de activación fisiológica y emocional, tanto menor será la autoeficacia. Cuanto más miedo, ansiedad o tensión nos provoca un problema, tanto menos capaces nos sentiremos de encararlo.

Etapas del desarrollo del modelamiento y de  la  autoeficiencia

La autoeficacia es un factor que determina el éxito o fracaso a lo largo del ciclo vital.

NiñezEn la infancia, el modelamiento se limita a una imitación inmediata debido a que todavía los niños no adquieren las capacidades cognoscitivas (sistemas de representación imaginaria y verbal) necesarias para reproducir la conducta de un modelo tiempo después de que la han observado.

A los dos años de edad, el niño ha aprendido procesos de atención retención y producción.

Las conductas que parecen reforzantes y que, por lo mismo, decidimos imitar, irán cambiando con la edad. Los niños pequeños son reforzados principalmente con estímulos físicos como la comida, o bien con afecto o evitación del castigo. Cuando tienen más años, relacionan los reforzadores positivos con las señales de aprobación que envían modelos importantes para ellos y los reforzadores negativos con las señales de desaprobación. Con el tiempo, aprenden a proporcionarse estas recompensas o castigos ellos mismos.

La autoeficacia se va desarrollando de forma gradual.

El niño empieza a desarrollarla cuando trata de ejercer mayor influencia en el entorno físico y social. Descubre las consecuencias de sus capacidades, como la fortaleza física, las habilidades sociales y la competencia lingüística, y las emplea casi constantemente en el entorno, sobre todo en razón de los efectos que producen en los padres.

Las primeras experiencias en la formación de la autoeficacia se centran en los padres, cuya conducta para propiciarla en un grado alto no es igual para los niños que para las niñas

La importancia de la influencia de los progenitores disminuye a medida que el niño va ampliando su mundo y admite otros modelos, como los hermanos, los coetáneos y otros adultos.

Los hermanos del mismo sexo suelen ser más competitivos que los de sexo contrario.

Los maestros influyen en los juicios relativos a la autoeficacia en razón de su influencia en el desarrollo de las capacidades cognoscitivas y las de resolución de problemas. Ambas son indispensables para funcionar bien en la edad adulta. El niño muchas veces evalúa su competencia basándose en la opinión de los maestros.

Adolescencia: Las experiencias de transición durante la adolescencia implican afrontar nuevas exigencias y presiones, que van desde un mayor interés por el sexo hasta la elección de universidad y una carrera. Los adolescentes deben dominar otras competencias y evaluar sus capacidades.

Bandura señala que, en esta etapa, el éxito suele depender del nivel de autoeficacia alcanzado en los años de la niñez.

Edad Adulta: En la adultez joven se realizan ajustes como matrimonio, procreación y avance profesional. Se requiere mucha autoeficacia para que esas experiencias sean exitosas. Las personas que tienen poca autoeficacia no están en condiciones de encararlas correctamente y es probable que no logren adaptarse.

Los años de la madurez también provocan estrés cuando la persona reevalúa su carrera, su familia y su vida social. Cuando confrontamos nuestras limitaciones y redefinimos nuestras metas, también debemos reevaluar nuestras habilidades a efecto de descubrir nuevas oportunidades para aumentar la autoeficacia.

Vejez: Es difícil evaluar la autoeficacia en la senectud. El deterioro de las capacidades físicas y mentales, el retiro del trabajo activo y el aislamiento de la vida social obligan a efectuar una nueva autoevaluación. La disminución de la autoeficacia reduce aún más las funciones físicas y mentales en una especie de profecía que se cumple.

Por ejemplo, la disminución en la seguridad en el desempeño sexual puede provocar que decrezca la actividad sexual. La reducción de la eficacia física a veces provoca fatiga y una mengua de las actividades físicas. Si la persona cree que no puede hacer algo que le gustaba y que hacía bien, quizá ni siquiera lo intente ya.

 Modificación de la conducta

La terapia de la conducta utiliza modelos para mostrar cómo afrontar situaciones amenazadoras. La conducta se puede modificar por medio de la observación y la participación guiada.

La participación guiada es una técnica que implica observar un modelo en vivo y después participar con él.

En el modelamiento encubierto, los sujetos imaginan cómo un modelo afronta una situación temida.

La técnica de Bandura para cambiar la conducta se concentra en la conducta manifiesta y en las variables cognoscitivas, en especial la autoeficacia. A medida que ésta mejora durante el tratamiento, el cliente logra afrontar cada vez mejor las situaciones amenazadoras. Esta técnica ha sido criticada con el argumento de que manipula a las personas en contra de su voluntad, pero Bandura sostiene que el conocimiento de sí mismos y la autorregulación permiten que los clientes sepan lo que será reforzado.

 Determinismo recíproco. - La postura de Bandura es clara en cuanto al libre albedrío frente al determinismo. El individuo controla su conducta por medio de sus procesos cognoscitivos y el entorno por medio de situaciones sociales externas.

reciprocidad tríadica. -Suposición de que la conducta depende de la interacción de variables conductuales, cognoscitivas y ambientales o situacionales

Los factores sociales y ambientales influyen en el comportamiento humano, pero no nos dominan de forma absoluta. Reaccionamos a los estímulos en razón de expectativas aprendidas previamente. Según las reglas del aprendizaje por observación, vemos e interpretamos los efectos posibles de varias acciones y decidimos cuál es la más adecuada para una situación. Codificamos y representamos simbólicamente los sucesos externos, previendo que una conducta particular producirá una respuesta determinada. Así, elegimos y moldeamos la conducta para obtener reforzamiento y evitar el castigo.

La gente está influida por fuerzas ambientales, pero también elige la manera de comportarse. Responde ante las situaciones, las construye e influye en ellas de modo activo.

 Evaluación en la teoría de Bandura

Bandura evalúa la conducta y las variables cognoscitivas por medio de la observación directa, los inventarios de autorreporte y las mediciones fisiológicas. Prefiere la investigación de laboratorio controlada y con grupos de numerosos sujetos, así como el análisis estadístico de los datos.

  

 




Schultz, Duane P., Sydney Ellen Schultz
Teorías de la personalidad, 9a. ed.

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